Juego en la escuela

viernes, 15 de septiembre de 2017

Materiales sobre la obra de Luis F. Iglesias

En el enlace de la derecha podrán encontrar varios materiales para acercarse a la obra del maestro Luis F. Iglesias.

martes, 19 de abril de 2016

Repertorio de Juegos

Haciendo click en el siguiente enlace accederán a un repertorio de juegos que fuimos armando a lo largo del trabajo colectivo con este eje. Se puede descargar, usar y también comentar y enriquecer.

¿Por qué jugar en la escuela?


   Durante el 2008 nos reunimos quincenalmente para trabajar sobre el juego y la escuela. Comenzamos jugando y reflexionando sobre esos mismos juegos. Volvimos a jugar y a leer. Sin dejar de jugar, buscamos en nuestras aulas y en nuestras historias personales compartiendo palabras y pensamientos. 
    De los registros de las reuniones extrajimos las preguntas que fuimos tejiendo. Las agrupamos, las amasamos y de allí surgieron los ejes de la tarea (el juego como conocimiento del mundo y de los demás). Finalmente, nos quedamos con el interrogante que organizó nuestro trabajo: ¿Por qué hay que jugar en la escuela? De la actividad nació la reflexión. Del pensamiento sobre la actividad y sobre la reflexión surgieron las categorías. El análisis precisaba una síntesis, y así nos planteamos escribir. El texto final, entonces, es producto de un año entero de trabajo en torno al tema. 
   Durante una de las últimas reuniones escribimos individualmente a partir de una consigna. Casi como en un juego nos imaginamos: debíamos buscar argumentos para convencer a quien afirma que jugar “es para los recreos” o “es sólo para nenes de jardín”. 
   De esos breves textos hicimos una síntesis. La corregimos grupal y exhaustivamente. Le sumamos nuevos aportes individuales y así quedó listo, tan magullado como decidido, tan impetuoso como mejorable, para ser leído, jugado y discutido por quien se anime.

   A continuación el texto colectivo...

jueves, 7 de abril de 2016

¿Quiénes somos?

Grupo de Maestros “Luis Iglesias”

     Somos un grupo de maestros de diferentes niveles y distritos de la Capital Federal que nos reunimos con el fin de pensar nuestra práctica cotidiana en el aula, compartiendo inquietudes, problemáticas, experiencias, ideas y proyectos.
       Creemos y sostenemos que el trabajo con el otro, el trabajo en grupo, es sumamente enriquecedor e indispensable para nuestra práctica pedagógica.

Cómo hacemos lo que hacemos


     Los encuentros son sostenidos quincenalmente con regularidad los sábados; los temas que tratamos son variados: “Cómo trabajar el 24 de marzo en la escuela”, “La Conquista de América”, “Alfabetizacion”, “La Patria y la Identidad”, “La Literatura infantil”, “El juego y la escuela”, "El arte y la escuela", "Las Ciencias Naturales en la escuela".  Partimos de nuestras experiencias, para arribar luego a un análisis. Intercambiamos materiales propios y ajenos (textos, secuencias didácticas, música e imágenes), discutimos y probamos actividades. Por último, sistematizamos nuestras conclusiones, y eventualmente lo hacemos por escrito.
      Pasamos por el tamiz de la crítica la experiencia propia, y en ese camino, consideramos que nuestra tarea es, por tanto, teórica. Sin embargo, nada está más alejado de nuestras intenciones que formular como los técnicos y especialistas una teoría de laboratorio al servicio de los ministerios, de las editoriales, los organismos financieros de aquí y de allá. Nuestra labor, genuina y modesta, tiene un estrecho vínculo con la escuela real porque que puede dar cuenta de esa escuela y proponer una transformación liberadora.
  Durante estos años hemos compartido nuestra actividad en diferentes espacios: organizamos charlas sobre “La dictadura militar y la escuela” en las que junto a estudiantes del distintos profesorados (Normal 1, Normal 4, Mariano Acosta y Juan B. Justo) vivenciamos una forma de abordaje del tema y pusimos en común ejes organizadores del tema, materiales, lecturas y opiniones. Llevamos a estas instituciones, así como a profesorados en Lanús y Avellaneda, la “Jornada de juegos” que tiene como objetivo debatir sobre la importancia del juego en la conformación grupal, el grupo como posibilitador del aprendizaje y el rol del docente en la elección de juegos para conocerse, conocer el mundo y aprender.
       Con distintas organizaciones estudiantiles y junto a la Profesora Marta Marucco le dimos forma y contenido a una serie de encuentros sobre Alfabetización inicial y su desarrollo a lo largo de la escuela primaria. 

    Hace algunos años empezamos a participar de un EDI en el Juan B. Justo que nos posibilitó y posibilita acercarnos a maestros en formación y compartir con ellos lo que hacemos en el grupo para pensarlo juntos y construir entre todos una mirada de la escuela pública y un hacer en la escuela pública.

      Consideramos que es necesario sostener y crear espacios como éste, que en el momento de mayor deterioro de la escuela pública busquen su defensa y su transformación. Por eso entendemos que pensar la escuela en sí misma sin aislarla de su coyuntura histórica es una tarea indispensable en el momento más crítico, es decir, cuando el sistema educativo muestra sin reveses el resultado lamentable de las políticas neoliberales.
     La finalidad es amplia y compleja: ser conscientes de nuestras herramientas de trabajo, de nuestra especificidad como trabajadores docentes, para construir y compartir la noción de escuela y de ser humano que necesitamos en este momento histórico y social. En eso andamos.



 


1 ¿Quién es Luis Iglesias?
Luis Iglesias trabajó durante veinte años (1938-1957) en la Escuela Nº 11 de Tristán Suárez Provincia de Buenos Aires, una escuela rural. Integró por su manera de ver y hacer la educación el amplio movimiento de la Escuela Nueva junto a otros maestros como Olga Cossettini y Jesualdo Sosa. Su trabajo fue plasmado en distintas obras como La escuela rural unitaria, Diario de ruta, La pedagogía creadora. En nuestro país y en el continente fue distinguido por su labor con distintos premios, pero es seguramente el mayor reconocimiento la vigencia fértil de sus pensamientos, su palabra de maestro.

¿Por qué nos llamamos así?

“El maestro de la escuela primaria ciertamente es el soldado nato y de vanguardia en el que la pedagogía encuentra su carne y sus huesos”
Luis F. Iglesias, Diario de Ruta

 Nos llamamos Grupo de Maestros Luis Iglesias en homenaje a ese gran maestro. Y son varias las razones:
  • Porque, en principio, su obra nos muestra que aún en condiciones sumamente desfavorables se puede enseñar y se puede aprender. Y no a medias, sino con profundo sentido liberador. Sus libros son antídotos contra el pesimismo imperante, contra la sensación de que la injusticia es más fuerte que la voluntad.
          Iglesias pudo transformar una situación muy compleja en una práctica luminosa y creativa. Y pudo hacerlo porque partió de un análisis de la realidad y de sus necesidades para, desde allí, actuar en consecuencia. Por eso vale para desbaratar cualquier excusa que nos lleve a la inacción.

  • Porque sus páginas nos brindan una teoría de enseñanza lejana al verbalismo académico, sin jergas difusas y alienantes. Es una teoría que vive en su práctica genuina y reflexionada, teoría que no es más que acciones traducidas en ideas y fundamentos, una elaboración producto de la reflexión sobre la tarea: “En mi experiencia no hay un solo concepto que no haya surgido de un meditado quehacer inserto en la relación entre maestro y alumnos”[1].

          Hay en las páginas de Iglesias una idea sobre qué es leer y cómo se enseña a leer, sobre la ciencia y el camino de su construcción, sobre la historia y su función política. Da entonces, de este modo, una concepción sobre el conocimiento, objeto de nuestro trabajo. Fundamenta así los modos en que el ser humano aprende la realidad, el papel de los sentidos, la función pedagógica del arte, la posición de la palabra…

  • Porque valora y engrandece pedagógicamente la solidaridad y la ayuda mutua. En su escuela todos aprenden de todos; todos reciben ayuda y la prestan a los demás. “Otra vez compruebo que lo que yo no podría enseñar sino a costa de muchas horas de ímprobos esfuerzos, de agotador desgaste individual, ellos lo enseñan y aprenden maravillosamente bien y en corto plazo, entre risas, charlas, cuentos”.
  • Porque concibe y sostiene una función para la educación: la escuela es transformadora de la realidad y la docencia es una forma de militancia social.

           Iglesias acepta, propone y fundamenta la no neutralidad del maestro: la definición política imprescindible y los riesgos que ella conlleva.

  • Porque su práctica muestra también una noción sobre los seres humanos, una concepción de sujeto, una idea de niño. Cómo Iglesias conoce y comprende a sus alumnos, nos ayuda a conocer y comprender a los nuestros, a pensar y buscar qué están diciendo cuando dicen, qué están haciendo cuando hacen. Obliga a valorar su experiencia para trabajar con ella, no contra ella ni para quedarse en ella. Es decir, nos enseña a esperarlos, pero haciendo, nunca de brazos cruzados. Ayuda a entenderlos en sus dificultades y proyectarlos en sus inmensas posibilidades.

          Por eso la práctica de Iglesias es humanista en sentido pleno, porque concibe al ser humano como un fin, como una integridad no fragmentaria, al igual que el conocimiento que puede elaborar.

  • Porque nos despoja de tradiciones irracionales e imposiciones perniciosas que arrastra la escuela. Como él dice: debemos liberarnos para liberarlos. Entre ellos está su lucha contra la identidad entre silencio y trabajo, contra el dibujo como carnada y camuflaje, contra la “pedagogía de los zancudos”, contra la corrección automatizada, contra la censura de la imitación y la copia, contra la reproducción mecánica de materiales estandarizados “a prueba de docentes”.

          Iglesias combate a cada paso de su tarea contra la idea del maestro como un técnico, un aplicador de recetas y artilugios diseñados más arriba.

  • Porque socializa y comparte su práctica, para difundirla pero sobre todo para enriquecer la propia y la ajena.
  • Y finalmente porque nos renueva constantemente el orgullo de ser maestros, de vivir apasionadamente esta tarea tan vapuleada e intencionalmente desprestigiada, pues al tiempo que nos muestra con certeza y con alegría todo lo que puede hacer la escuela, nos permite insertarnos en su tradición, ubicarnos humildemente como herederos de su legado, alcanzándonos una piecita de identidad que no se construye sin saberlo parte de nuestra historia.

 Para leer en “Diario de Ruta”.

Ver páginas:
·           Pp. 66-7: la educación en Rusia, junto a una cita de Lenin.
·           Pp. 95-6: el papel de la enseñanza de la historia en la formación revolucionaria y la función del maestro.
·           P. 197: sobre la corrección de trabajos. Ver también p.78 de Los guiones didácticos.
·           P.223: unidad del conocimiento,
·           8/6, 9/6: maravilloso resultado de una dirección clara en el hacer; intervenciones del docente.
·           25/6: intervenciones didácticas del maestro.
·           1/7: profunda comprensión del alma infantil: el niño que quiere ser adulto.
·           9/7: la función política y social del maestro y la escuela.
·           25/7: la expresión del niño, su lenguaje y la acción de la sociedad.
·           29/7: exposición teórica sobre la concepción didáctica de la Escuela Nueva.
·           14/9: aprendizaje vivencial de la escritura.
·           24/9: la importancia de los adornos y la decoración.
·           26/10: reflexión sobre la educación y la religión.
·           4/11: excelente intervención para resolver un conflicto entre niños.
·           8/11: el teatro como medio de aprendizaje.
·           18/11: la importancia de la organización del espacio.




[1]  Le basta al maestro una sola frase para sepultar en la irrelevancia a todos los tecnócratas y verbalistas pelabógicos tan de moda en estos tiempos. La cita es de su autobiografía “Confieso que he enseñado”, p.89.